¡Volvamos al futuro!
“Volver al futuro” implica un juego de palabras que se adapta perfectamente a la realidad actual de las escuelas. Las escuelas han vuelto. Todos hemos vuelto a la institución (¿lo hemos hecho?), y todos hemos vuelto a las instalaciones (¿lo hemos hecho?). Sin embargo, ¿a dónde y cómo es que hemos vuelto? ¿Estamos allí? ¿Es posible que durante la pandemia hayamos viajado a lugares y que cuando hayamos vuelto todo esté fuera de lugar? Si es así, ¿tenemos que ponerlo “en orden”? Los lugares a los que hemos viajado, los continentes que hemos conquistado, físicos, psíquicos, virtuales, ¿los abandonamos? Durante la pandemia, el futuro se aceleró. Nos encontramos recurriendo a nuevas tecnologías y formas de enseñar de las que todos habíamos oído hablar, probado nosotros mismos, jugado con la idea de utilizar, pero varias cuestiones que aparecieron por el camino deben hacernos reflexionar. Sí, los dos hemos vuelto. Y al futuro, pero ¿cómo?
Las desigualdades y la conciencia de que todo el planeta estaba librando la misma batalla pero con una diferencia mucho más preocupante en cuanto a las armas a nuestro alcance; y las consecuencias dadas de dichas batallas ganadas y perdidas, son factores claves que se pusieron sobre la mesa de discusión sobre la educación. Sí, por supuesto, ya lo sabíamos todo, pero se hizo más real, más tangible y, por lo tanto, mucho más frustrante. De ahí que tenemos que pensar globalmente, y para ello dependemos más que nunca de la solidaridad. Es evidente que no podemos volver al mundo de antes. Además, es una de las cosas que más anhelamos. La nueva realidad implica un cambio de movimientos tanto territoriales como estratégicos. Pero también implica deshacerse de lo viejo y abrazar lo nuevo, que es, o debería ser, devolver al futuro mucho de lo que se perdió temporal pero ciertamente radicalmente durante los años de la pandemia: el sentido de comunidad, de pertenencia, de solidaridad y muchos otros valores que constituyen gran parte de la esencia de la condición humana. Sí, volvamos atrás y traigamos el pasado al futuro. Acomodando el equipaje a este nuevo viaje, debemos dejar atrás las cosas inútiles (las que ya han demostrado serlo) pero los tesoros que conservamos debemos abrazarlos y traerlos de vuelta a nuestras aulas.